Nivel A - Escuela Nº 212







UN SIMPLE CAMINAR

Cae la noche sobre mi amado pueblo
y los grillos resucitan su cantar.
En la inmensidad del cielo
brilla la belleza de un púrpura crepuscular.
El sol se va, acompañado de una suave llovizna,
como un ave mojada queda mi pequeña Teodelina.
Y cuando ese suave fuego empieza a pintar el cielo,
la luna aparece suspirando anhelos.
Con un manto negro se viste mi lugar
destellan en él las gotas de cristal.
Los añejos árboles, en la oscuridad dormidos,
y la luna iluminando mi destino.
La lluvia tenue refresca la mirada
Y la noche, con su brillo, canta enamorada.
Percibo el frío de esa noche entrando en mi nariz,
me siento en el pasto y mis manos se llenan de rocío,
miro hacia la oscuridad y solo de la luna encuentro brillo.
Hay lugares donde uno se queda,
hay distintas sensaciones en un mismo paisaje nocturno,
esas sensaciones que no se explican,
esas que enamoran en la noche silenciosa de una hermosa plaza.
Las luces alumbran esa belleza que solo se encuentra allí,
en esa plaza donde los sueños nadan en arena,
una plaza que te lleva a todas partes, contra viento y marea.
La lluvia limpia las tristezas
y la luna, como un faro, va guiando mi andar.
Senderos que conducen hacia la luz,
Lugares que en el alma se quedan.
Solo con el alma se puede percibir esa belleza,
Su camino guía mi destino y mis sueños.
Es poca la diferencia que hay entre uno y otro paisaje,
La diferencia está en quien los mira,
porque en cada mirada maravillada se encuentra
  la hermosura de mi plaza de Teodelina.                       

                              

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