Camino,
observo, me detengo:
el
capullo se quebró;
la
crisálida asoma desafiante.
Espero,
paciente, que llegue.
Ellas
también aguardan.
Nada
altera mi calma.
A
ellas la quietud las avanza.
Sé
quién soy, qué quiero,
hacia
dónde voy.
Pienso.
Existo. Me expreso.
Lucho.
Tropiezo. Me levanto.
Miro
un instante más:
el
gusano es mariposa,
se
despliega, sin miedos.
¿Por
qué su vuelo me hizo sentir libre?
Porque
lo soy. Porque lo somos.
No
estoy sola. TODAS SOMOS UNA.
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